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Algunos textos de nuestros poetas del ciclo 2009

DIEGO OLLERO // DOLORES ESPEJA // LETICIA HERNANDO // OSMAR LUIS BONDONI // SERGIO ALBARRACÍN // SILVINA GIANIBELLI // YLLARI CHASKA BRICEÑO DELGADO (llegando a Buenos Aires desde Perú)

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DIEGO OLLERO
TEXTO II4X



tus ojos
un conjunto sombrío

se alimenta
sobre el perfume del caos

allí

la mujer cae entre el cuello

cuando los planetas
interconecta la noche


para el festín de los lobos

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DOLORES ESPEJA


La chica nació
condenada / para el padre
como un animalito patético
nomás hembrita.
Le despierta
una confusión de piedad
y asco. Que no le inquieta
la suerte que corra. Que son
más útiles los caballos -aunque
él no ande suertudo
últimamente y todo
en materia equina / sea deuda.

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LETICIA HERNANDO

De prosas del desbarranco


I

El barranco como un rito, un fuego previsto, es estampa de la memoria más selecta. Ha sido clavada en la mudez de sus piernas flacas, ardiente en las palmas. El fondo del barranco es una flor blanca, siempre blanca, atada alrededor de un ojo que se encuentra a la altura del vientre.

Rodar es gracia de niñas cándidas. Saber hacer rodar, gracia de mujeres que tocan con palabras.

La gracia se pierde a fuerza de carcajadas con la luna arriba. El cuerpo respirando vértigo y esta hosca, extraña lucidez con las manos, los ojos en la arena.

Paladar de la intemperie. Pozo de agua turbia. La arena colándose entre el lienzo y la piel, y el musgo deshaciéndose en rocío.

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OSMAR LUIS BONDONI
SEGUIR VIVIENDO


Guardo escondida una esperanza humilde                
Alfredo Le Pera                 


Ahora,
en el giro septuagésimo octavo de mi periplo terreno,
perdidas ya por el camino las horas de la arrogancia y de los proyectos infalibles,
cicatrizadas las heridas de los errores y las indecisiones
y domados los afanes insensatos de grandeza y fortuna,
ahora que las viejas deudas han sido definitivamente saldadas u olvidadas
y los ardores y las turbulencias han cedido el último tramo del viaje a la templanza,
ahora,
me inclino reverente ante el destino,
ante su podio universal insobornable,
para pedir seguir viviendo todavía un poco más.

Seguir viviendo
aunque tenga que cargar en las árganas del corazón tanta añoranza
por lo que se llevaron la muerte, el tiempo, los malentendidos.

Seguir viviendo
para ver a las golondrinas llegar cada vez
trayéndome sonidos de tierras que no conoceré;
para ver el incendio de los pajonales del cielo
cuando quiere amanecer;
para sentir cómo escarba en la memoria
el olor de la tierra cuando empieza a llover;
para mirar desde el tren los sembradíos
que me devuelven la infancia chacarera;
para volver agradecido a los lugares donde fui dichoso.

Seguir viviendo
para poseer a la primavera y comulgar con el otoño
y para ver cómo apura el invierno las exequias de la tarde:
lágrimas que se enjugan en verano sabiendo que los pájaros cantan para mí.

Seguir viviendo
para ver otra vez el mar,
indomable columpio de la eternidad;
para mirar las nubes, que traen a veces lluvia
pero siempre belleza;
para que en las madrugadas del trabajo
pueda otra vez asombrarme por la porfía del sol,
consolación de los desposeídos,
y para ver cómo estalla mi árbol azuzado por los fastos de septiembre.

Seguir viviendo
para volver a consagrar una copa de vino
en el ritual de la amistad,
y asomarme de nuevo, en un libro querido, a la página aquella que me hizo tan feliz.

Seguir viviendo
para poder sentarme a la cabecera de la mesa en la familia
y mirar, entre risas y sabores,
esos rostros amados que me llevaré algún día,
y para ver cómo empuja mi tiempo en los ojos de los niños nuevos
o sentir cómo toda mi historia se resume en el mirar de mi mujer.

Seguir viviendo
para cruzarme en la calle con un hombre
que alza sobre los hombros a su pequeño niño
y piensa que no hay nada más en este mundo;
para ver cómo la brisa acaricia en los balcones las banderas
mientras el pueblo pasa festejando, reclamando, recordando;
para sentir cómo ahuyenta pesadumbres
la llave de la puerta del hogar.

A veces,
cuando el viento surero acuna las altas copas
creo entrever entre las hojas
ciertas formas, siluetas, contornos:
son los rostros sin olvido de mis amigos muertos,
mis amigos maravillosos,
los cazadores del relámpago,
los que fueron amados por las palabras
que ellos fecundaron para legarnos armonía y trascendencia,
los que opusieron al gatillo un verso
y combatieron contra el tiempo con la armadura del amor;
los amigos que me esperan en la luz definitiva
para seguir alimentando juntos
la fragua de las sagradas utopías.

Pero yo quisiera quedarme todavía en esta tierra amenazada,
lacerada, humillada, postergada,
seguir viviendo para ver antes de irme
aunque sea un atisbo, una señal, como un vislumbre
de que los hombres por fin se han dado cuenta.


Atardece;
los fuegos del otoño doran los últimos follajes
y resplandecen en la cabeza del hombre que está inclinado ante el destino
pidiendo humildemente seguir viviendo todavía un poco más,
un poco más.

osmarbondoni@yahoo.com.ar

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SERGIO ALBARRACÍN
Poema 35


“para ser puro su último día es el más bello” Rimbaud


Dos extremos que se pierden
en la noche y el día
la piel esquiva todo contacto
posible con la palabra
ésta no es manera de vivir/
¿cuántas lágrimas se podrán guardar hoy?
como un oso de fibra que ya
no lo inquieta ni la traición*
su mundo lo separa
de la realidad
me ves? me oís?


*frase de Luis Alberto Spinetta

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SILVINA GIANIBELLI


Las noches de los tiempos

Forjaron palabras

Simples

Breves

Nostálgicas

Estandartes de la fe propia

Y crearon esas tiendas

Donde volvimos a

Crear otras historias

Que se revuelcan en

Todas las noches .

Y todos los tiempos

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YLLARI CHASKA BRICEÑO DELGADO
(llegando a Buenos Aires desde Perú)


origami


flor lila de la quietud
o león del movimiento
¿acaso reconozco mi destino?

doblada por las esquinas
juego a entenderme

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